Pedagogía Montessori
miércoles, 13 de julio de 2011
María Montessori, Biografía.
¿Qué es el método Montessori?
Mucha gente ha oído hablar del método Montessori, pero desconoce las innovaciones y contribuciones que realizó Maria Montessori y que a día de hoy siguen estando vigentes. Fue pionera en el estudio del aula y la importancia de la preparación de dicho entorno, al igual que en el desarrollo de materiales específicos adaptados a diferentes fases de desarrollo del niño.
Para facilitar el aprendizaje del niño ha de prestarse mucha atención a los detalles y la organización de la clase. Maria Montessori fue la primera en adaptar el mobiliario de los colegios a las dimensiones de los niños y creía que cualquier detalle, por pequeño que parezca, es importante: el tono de la voz del profesor, una disposición armoniosa del aula, la belleza del espacio, la presencia de flores naturales (que los propios niños colocan), el uso de materiales atractivos como la cerámica, el cristal y la madera se combinan todos para crear un ambiente sereno en el que el placer y el aprendizaje vayan de la mano.
Los educadores Montessori son los responsables de preparar un entorno que se adecue a las necesidades evolutivas de los niños. El educador observa al niño de cerca y lo guía hacia materiales que no resulten ni demasiado avanzados ni demasiado fáciles para el momento en que se encuentre. El ritmo de cada niño es primordial: nunca se le fuerza o retiene; nunca se le interrumpe o distrae; nunca se le juzga o compara a otro.
Los materiales se encuentran en estanterías bajas, permitiendo a los niños acceder a ellos libremente, siguiendo sus ritmos e intereses. Al trabajar con un material durante semanas o meses, el niño se hace consciente de su capacidad para solucionar problemas y completar tareas. Descubre en el proceso el placer por aprender.
La Casa de los Niños
a vez los materiales, sacándoles el máximo jugo y sus propias conclusiones sobre el mundo que les rodea. De 0 a 3 años, los niños son exploradores inconscientes de su entorno. De 3 a 6 años, entran en una exploración consciente del mismo.En la Casa de los Niños se le otorga al niño y a la niña la libertad de elegir los materiales que más les interesen o fascinen en cada momento. Una vez el interés del niño cambia, puede libremente pasar a otra actividad. “Sólo le podemos dar a cada individuo la posibilidad de desarrollar su potencial para así convertirse en un ser humano autónomo, seguro de sí mismo y equilibrado.”
El educador y la educadora Montessori son sobre todo grandes observadores. Observan los intereses y necesidades individuales de cada niño y, gracias a su formación, son capaces de reconocer cuándo cada uno está listo para ser introducido a nuevas actividades o cuándo hay que dejarles que elaboren e integren su entorno individualmente, sin intervención directa alguna.
Los niños de 3 a 6 años están mezclados dentro de una misma clase. Esta configuración mixta de edades aporta una gran riqueza al ambiente. Los más pequeños tienen la oportunidad de inspirarse en los más mayores y de imitarlos. Los mayores integran mejor lo que ya saben al ayudar a los pequeños en sus actividades.En un aula Montessori, los materiales invitan al niño a hacer esto a su propio ritmo, según sus ciclos e intereses. “La mano es el instrumento de la mente”, decía María Montessori, y vemos como este concepto se materializa al observar a los niños manipular una y otra vez.
La socialización en la Casa de los Niños
Nadie nace socializado. En la casa de los Niños, el niño empieza a aprender y a comprender la importancia de pedir las cosas de forma educada, de esperar su turno, de respetar el trabajo de otros, de cooperar con otros niños o adultos y de cuidar su entorno. El aula Montessori está especialmente diseñada para que el niño experimente su libertad dentro de un marco de límites claros que le otorgan una sensación de seguridad y estabilidad, en un entorno preparado con materiales muy atractivos. Los materiales están divididos en cuatro áreas principales: vida práctica, sensorial, lenguaje y matemáticas.
Vida práctica
Estos ejercicios ayudan al niño a desarrollar la motricidad fina y la coordinación. A través de estas actividades se propone un reto al niño pequeño y él va a repetir y repetir la actividad hasta superar la dificultad, aumentando cada vez más su capacidad de concentración. Al seguir secuencias regulares, las actividades permiten al niño captar la importancia de cada detalle en dicha secuencia.
Las actividades de vida práctica son las primeras que se introducen al niño a su llegada a la Casa de los Niños. Son actividades muy atractivas y que les resultan a menudo familiares- como abrir y cerrar cajas, botes, candados; verter de un recipiente a otro; lavar la mesa, trapos; abrochar y desabrochar corchetes, cremalleras, botones, lazadas… Todos los materiales están adaptados a la talla y fuerza de los niños, son verdaderos (de cristal, porcelana, madera…)- no de juguete- y son bonitos. Estos ejercicios ayudan al niño a adquirir mayor autonomía en su entorno, lo cual le dará una gran autoconfianza y así podrá desarrollar una sólida autoestima.
Sensorial
En el área de sensorial tenemos materiales que Maria Montessori diseñó específicamente para todos nuestros sentidos. Son lo que Montessori llamó “conceptos materializados”. El niño trabaja la discriminación de uno u otro sentido y explora sensaciones de color, peso, longitud, textura, sabor, olor, sonido y otras dimensiones. Mientras va afinando cada vez más su percepción sensorial, también sigue desarrollando su concentración y su apreciación de los detalles. En algunos materiales también existe la intención indirecta de preparación a fórmulas matemáticas- como el cubo del binomio, de trinomio y la tabla de Pitágoras- pero siempre desde un enfoque de puzzle sensorial, y nunca desde la explicación abstracta del teorema (a esto llegará el niño en la etapa de primaria).
Lenguaje
Las actividades de lenguaje responden a una necesidad básica de los niños a esta edad. Las canciones, poemas, rimas, cuentos e historias están muy presentes en el día a día de un entorno Montessori. El placer por enriquecer nuestro lenguaje está siempre vigente. Una peculiaridad de este enfoque pedagógico es que, en la Casa de los Niños, el niño aprende a escribir antes que a leer. Los niños llevan un largo tiempo analizando los sonidos de las letras que van reconociendo fonéticamente. Además del juego del análisis de sonidos, hay muchas otras actividades- tanto en vida práctica como en sensorial- que preparan indirectamente el brazo y la mano al gesto del trazado de las letras, y los dedos a la sujeción del lápiz. Los símbolos del lenguaje escrito se exploran sensorialmente en el aula: se ven, se tocan y se oyen. Cuando el niño está listo, tiene todas las herramientas necesarias para empezar a formar palabras y frases. La escritura está directamente relacionada con algo que se quiere comunicar. Ésta es la función primordial de la escritura, y así lo transmitimos al niño. Primero, los niños tienen la necesidad de comunicar lo que piensan, algo que quieren contar o un mensaje que le quieren escribir a alguien. La lectura- entendida como la curiosidad por saber lo que otros piensan, lo que otros quieren comunicar… llegará más tarde. Llegará cuando uno ya haya podido expresar lo propio. Siempre partimos de uno mismo para luego podernos abrir al otro.
Matemáticas
Mucho antes de que el educador introduzca al niño a las actividades en este área él ya ha vivido muchas sensaciones físicas de tamaño y cantidad (material sensorial) que se van impregnando en su memoria corporal. Todo nuestro sistema decimal está representado sensorialmente y el niño lo puede ver y tocar. Cuando el niño esté preparado e interesado, se le introduce a la suma, la resta, la multiplicación y la división. Siempre con material concreto que permite al niño vivir plenamente su etapa sensorial, sin obligarle a pasar prematuramente a la abstracción. Poco a poco, tras mucho trabajar con material concreto, el niño se va abriendo camino al cálculo mental de operaciones.
martes, 12 de julio de 2011
Finalidad de la educación
La finalidad de la educación en el método Montessori es lograr el desarrollo pleno e integral de la personalidad del niño, y de todas las dimensiones que le configuran como persona y le ayudan a la apertura y la relación con los otros. Por ello le da gran relevancia a la educación para la vida y la convivencia, considerando a la educación como una tarea personal, en la que el sujeto de la educación debe implicarse y sentirse protagonista. El alumno es el centro y el fin del proceso educativo, y el educador debe tener con cada educando una actitud cercana, de escucha y de atención a la vida.
En la pedagogía Montessoriana se educa para la vida. La filosofía Montessori es “Una Educación para la vida, en la formación de individuos preparados para vivir en sociedad”, además de ser transmisora de saber, de cultura y de socialización, también es un lugar de vida, y debe estar orientada y preparar para vivir y para convivir, de forma que a los alumnos se les entrene para la vida, para desarrollar su propio proyecto de vida y se les capacite para convivir construyendo unas relaciones con mayor densidad y calidad humana.
El rol del educador en la pedagogía Montessori es ser un guía cercano facilitador de los aprendizajes para los estudiantes que descarte las rutinas y las recetas, debe enseñar con amplio criterio a su vez debe ser observador un mediador, orientador e investigación de los aprendizajes. Mientras que el del alumno es de quien construye su propio conocimiento es el agente generador de su propio conocimiento participa como un agente activo y participativo en la enseñanza.